Espigas de trigo

Su tarde estaba ocupada por una larga lista de pobladores que debía pasar a saludar, aunque claro eso era como excusa, debía oír sus quejas, sus problemas y su gente tomaría nota para aplicar las medidas necesarias. Un simple paseo a caballo por el reino. Muchos regalos que recibía con una amplia sonrisa, le encantaba la calidez de su pueblo, se sentía uno mas de ellos, un amigo del panadero, del herrero, de todos. Era como una gran hermandad allí era muy difícil oír de algún inconveniente pues todos se manejaban con un respeto y una generosidad envidiable para cualquier otro pueblo. Pero no todo era así, como en cualquier reino había trámites que manejar, relaciones que establecer, impuestos que cobrar-aunque no tantos-.

Ya llevaba un par de horas de casa en casa, no podía quejarse a pesar de todo la pasaba muy bien escuchando las historias de su gente, y algunos chismes. Terminaron el trayecto del centro del reino, ahora les tocaba sus alrededores, los campos. Si bien no eran muchos, se encontraban un tanto alejados del castillo y allí era donde mas se debía prestar atención en cuanto a los números en cosechas, la demanda en cuanto a las siembras. Aquella parte económica a Nosh le aburría pero debía hacerlo. Dejo a sus hombres registrando todo y se separó aún sobre su caballo paseando por aquellos enormes campos, mas allá se extendían los bellos valles, de un verde puro que no hacían mas que alimentar sus ojos. Desde pequeño que estaba enamorado de las tierras de su reino, le encantaba todo.

Se acercó a los pastizales y ató a su caballo en uno de los árboles cercanos, el resto lo siguió a pie, se acercó a una colina y allí se sentó abrazando sus piernas. Cerró por un momento sus ojos y dejo que la suave brisa lo acariciara, luego de un rato los volvió a abrir, se sobresaltó un poco al mirar frente a él al otro lado del valle, una figura se movía con sutileza, agudizó su vista y distinguió a una joven que se recostaba contra el tronco de uno de los árboles. Se puso de pie inmediatamente y busco un sitio donde ocultarse, pero parecía que no lo había visto, estiró un poco mas su cuello y observó como parecía estar descansando, le llamó la atención no sabía por que, pero fue en busca de su caballo y se acerco al suave galope hasta el otro lado, se bajo a unos cuantos metros y caminó con cuidado, no quería asustarla.-Disculpe...-.Pronunció una vez a su alcance.

Notó el sobresalto en aquella joven de plateado cabello y mirada profunda, pero al ponerse de pie y observa sus ojos que no se habían apuntado en ningún momento sobre los propios le dio a entender que una ceguera la desprotegía, al verla asustada refugiarse detrás des árbol cambió su postura a una mucho mas tranquila y relajada, transmitiendo que no estaba allí para atacarla. Su pregunta lo sobresaltó.-Os habla el mismísimo rey Nosh Windsor, rey de Atma...ahora a quien tengo la sorpresa de encontrar en mis campos?-.Pregunta con un toque de amabilidad en su voz.

Se dedicó a estudiar su apariencia, por sus rasgos y su altura podría decir que no superaba los 20 años de edad, como anteriormente había mencionado se podía apreciar un cautivante cabello largo de un color blanco brillante, sus ojos tan expresivos como azules lo miraban indirectamente le daba esa sensación de venir de los mismos cielos. Aquellos rasgos angelicales solo lo hacían bajar la guardia y desear saber cual era el nombre de aquella joven. Descendió por su cuerpo y otra cosa le llamó la atención, llevaba los pies descalzos y sucios, oscuros debido a la oscura tierra que nacía en sus terrenos. Aquella característica solo podía indicarle dos cosas, que trabajaba con la tierra, cosa que le extrañaba ya que no era un trabajo usual en aquella clase de jóvenes; y por otro lado una vaga sensación que le hacía recordar a su juventud cuando le encantaba correr descalzo sintiendo el suelo impulsarlo a tomar mas velocidad y echarse a correr sintiendo la naturaleza recorrer su piel, lo conectaba con ella. Tal vez ella era cómo él en su juventud que andaba así por el simple hecho de sentirse conectado con la naturaleza, con aquella inmensa masa que los acogía, que los protegía del inmenso cielo.

Dejó que su cuerpo se relajara olvidando ese pequeño rastro de amenaza, no creía que aquella hermosa joven estuviera allí para atacarlo o algo de igual índole, pero ya se había equivocado varias veces en su vida, se dejaba engañar, y creía en la inocencia de todas las personas. Algo que no sabía cambiar. La miró con una relajada sonrisa esperando que le informara su nombre, aunque ahora que la veía mejor le recordaba haberla visto en algún lado, donde? no lo sabía.

Con un poco de esfuerzo logro tragarse casi por complete los sentimientos de amenaza que la habian invadido al escuchar a aquel hombre, pues por el timbre de su voz pudo detector que claramente se trataba de un joven. Separo sus manos del árbol, aun con un rastro de desconfianza y sus pies se dirigieron en la dirección de Nosh, Rhaella seguía su voz.

-¿Nosh, rey de Atma? – Repitio, y de sus labios se escapo una tímida sonrisa. Se escuchaba como alguien amigable, y parecía que estaba tan sorprendido como ella por aquel espontaneo encuentro. – Rhaella…Rhaella, de Asharoth- Musitó con mas tranquilidad.
Avanzo hasta que estuvo considerablemente cerca del joven, y sus pequeñas manos, dubitativas, intentaron alzarse frente a ella para aventurarse y conocer a su nuevo compañero, pero regresaron detrás ella en el intento.

Observó a la joven ponerse de pie y dirigirse hasta él aun algo cautelosa e insegura si era alguien de fiar. Sonrió al ver que se animaba hasta que se encontraron frente a frente. Pudo ver en sus rasgos la aparienia de una mujer muy joven pero su templanza se distinguía, podía ver en ella un mujer muy fuerte e inteligente. Se presentó y entonces supo que venía de las ricas tierras de Asharot, el reino que gobernaba una reina tambien muy joven que había conocido unas cuantas veces y es por eso que sus reinos se llevaban tan bien. Al ver a la joven sonreirle no pudo hacer mas que devolversela aunque la dirección de su mirada le dio a entender que no veía. Este dato curioso no hiso mas que interesarle el hecho de verse como alguien tan segura y fuerte, sin duda algo admirable.

Rhaella se acercó a él y notó sus brazos levantarse entre ambos como intentando palpar su rostro, pero los bajó inmediatamente. Sin dudarlo se acercó despacio a ella y busco sus muñecas, se las tomó con delicadeza y las elevó frente a él. Cerró los ojos y le colocó las palmas de las manos en su rostro dejando que lo explorara libremente.-Un placer conocerla joven Rhaella-. Murmuró suavemente y mirando sus tan expresivos ojos.