Seductora confusión {Nosh}

El viento húmedo azotaba como látigo contra la capucha que le cubría la mitad del rostro volviéndola más enigmática, así podía observar con detenimiento y sin ser descubierta, cada movimiento de los guardias que se apostaban a las puertas del castillo. Escuchó la voz de su maestro como miles de ecos y sintió martillazos dentro de su cabeza, apretó los dientes y se llevó las manos a la cien intentando alejar ese dolor que le sobrevenía cuando se ponía en contacto con quien consideraba su dueño. Sabía las instrucciones de memoria de hecho a estas alturas la dejaban improvisar un poco pero era vital para ella sentir a su maestro dentro, guiándola como había hecho siempre. Le repetía a cada momento que aquellos dos reyes a los que le habían enseñado a odiar estaban confabulándose contra ellos y ella no podía permitir que siguieran sometiendo a su gente, la monarquía tenia que ser exterminada.

Dirigió una mirada llena de odio hacia el castillo, aborrecía su opulencia ya que solo le recordaba la niñez paupérrima y todos los maltratos que soportó. –Es tiempo querida- La voz de su maestro interrumpió sus pensamientos y supo que era la hora de actuar –Si maestro- susurró obediente, sus brazos descansaban en su regazo, dirigió una mano a su bolsillo y acaricio la fría hoja de la daga que ocultaba, se dirigió a los callejones para adentrarse en el castillo, se deshizo de la capa que cubría un elegante vestido negro que parecía tatuado a su hermoso cuerpo, algo demasiado atrevido para su época pero sin llegar a ser vulgar.

Cruzó el camino hacía una de las puertas contiguas como una autómata absorta en las indicaciones de su mentor, era uno de los accesos menos vigilados así que no le fue muy difícil esquivar la seguridad de los centinelas que la protegían, caminaba con seguridad, sabía a donde dirigirse pues le habían hecho memorizar el plano del ala principal del castillo donde siempre a esa hora se encontraba Nosh luego de su excursión de cacería de todos los viernes. Lo habían estudiado por meses, conocían sus horarios y lo que usualmente acostumbraba a hacer, sabían de su encuentro con Merceron, rey de Ehren y principal objetivo a destruir. Era por esa razón que los planes habían cambiado, necesitaban conocer por medio de Nosh los términos de esa amenazante unión para encontrar mejores maneras de derrocarlos. Y Aranel era la mejor entrenada para eso, una experta en obtener información vital sin ser descubierta.

Sin detenerse dirigió su sensual caminar hacía su objetivo, se deslizaba sigilosa como un felino sin perder detalle de todo lo que ocurría a su alrededor, le llamó la atención que aquellos pasillos estuvieran casi desiertos, especialmente cuando eran los que conducían a los aposentos del rey. Sabía que Nosh no se encontraba en esos momentos dentro, así que se introdujo en aquella lujosa habitación con la firme intención de encontrar información que los ayudará a sus fines.

Movió algunas pinturas que adornaban la fina tapicería de los muros, sabía que eran los mejores lugares para ocultar papeles que sin duda su maestro apreciaría. Sacó la daga que guardaba en su escote y con el filo intentó remover el oleo del marco que sostenía pues sus adiestrados ojos habían notado una protuberancia nada común en un cuadro, abandonó su tarea al escuchar las palabras nuevamente de su mentor –Alguien viene- le advirtió; se encaminó lentamente sin hacer el menor ruido hacia las pesadas cortinas del ventanal mas cercano para ocultarse pues unos pasos firmes se acercaban.

Escuchó unos pasos acercándose, las cortinas que caían pesadas delante de ella apenas se movieron rompiendo la sumisa quietud que la rodeaba, lentamente con un movimiento estudiado tomó una de las horquillas de su cabello y se la llevo a la boca, sacó el puñal que mantenía en el escote y lo guardo en una de las mangas del vestido que llevaba preparándose para atacar.
No sentía miedo, eso era para los débiles. El peligro le resultaba una droga deliciosa, podía sentirlo en su boca, saborearlo, seducirlo como todo lo que se cruzaba en su camino.

Exploró con detenimiento lo que estaba al alcance de su vista la voz de su mentor recitaba estrategias en su mente para escapar sin ser descubierta. Era una acción suicida pero el movimiento y su mentor valían todo el riesgo, la satisfacía hasta el éxtasis saber que provocaría el inicio de la rebelión, algo para lo que toda su vida se había entrenado. Los pasos del rey se acercaban cautelosos como si reconociesen el peligro del depredador que lo amenazaba, ella estaba lista para atacar y matar de ser necesario, solo deseaba lograr su objetivo y en caso de fallar, morir. No tenía intenciones de sobrevivir si no conseguía enorgullecer a su dueño y señor.

Las cortinas se abrieron y Aranel saltó sobre su presa, deslizo el puñal sobre su mano derecha y propinó un golpe certero en el costado de la frente de Nosh provocando que los dos cayeran, se deshizo del peso del rey e intento huir pero la mano de él se cerró como grillete alrededor de su delgada muñeca provocando que tirara la daga e impidiéndole levantarse. ¡¡asesínale!! le ordeno firmemente su señor, buscó rápidamente otra arma; tenía que matarlo, matarlo para satisfacerlo a él, a su amo. Dio un giro y pateo el hombro de Nosh impulsándose y tomando una de las copas de vino que se ubicaban en una mesita pero el rey fue más rápido y su corpulencia la dominó. Se encontraba debajo de él, su cuerpo la tenía atrapada y el sostenía sus manos por encima de su cabeza.

Ladeo la cabeza mientras con su lengua buscaba la horquilla y la acomodaba dentro de su boca, miró al rey y una sonrisa burlona la atravesó. No tenía gran margen de movimiento pero sabía que podía causarle el daño necesario para distraerlo y poder huir, o en su caso si se veía perdida tragar la capsula de arsénico como se lo habían ordenado. Ubicó la yugular de Nosh y con un movimiento rápido le clavó las puntas de la horquilla en el cuello, fallando por apenas unos milímetros de la vena vital.