El poder de una mirada desarma a cualquier caballero [Aryana]

Solo se oían los cascos de los caballos al galopar y los cuerpos al impactar sobre la silla de montar. Cinco hombres viajaban a caballo, se dirigían al centro de la ciudad tras una larga víspera fuera de las murallas. Aquella misión les había llevado unas largas semanas en las que apenas habían tenido tiempo de descansar, las órdenes eran claras: llevar la noticia de las nuevas normas que ahora erigían en toda Atma. Tras un movimiento socio-económico que había impulsado el rey Nosh ahora se impedía la comercialización con algunos de los reinos, aquellos que se consideraban desconfiables; así como la cláusula que impedía a los viajantes de otros reinos permanecer mas de dos días en el reino. En el último tiempo la inmigración de pobladores había aumentado provocando el desabastecimiento de recursos como medicinas o alimentos que eran prioridad para los atmanianos. Si bien Nosh creía que estas nuevas normas eran un tanto sorpresivas, las creía adecuadas para mantener la organización en sus dominios.

Liam lideraba el grupo de caballeros recién llegados, se dirigían al castillo y como se encontraba en el centro del reino debían atravesar la mitad del mismo ganándose la atención de muchos pobladores, la mayoría sorprendidos sin saber si el regreso de ellos era sinónimo de malas noticias o por el contrario recibirlos con vítores por haber regresado. Una vez llegados a la zona mas concurrida aminoraron la marcha hasta que se bajaron de los caballos para continuar a pie con vuestros caballos a su lado. Liam acostumbrado a este recibimiento simplemente seguía adelante concentrado en su destino, presentarse ante su rey. Pero algo distrajo su atención y volteó hacia lo que era la famosa Plaza Central. Una sombra lo sorprendió, y aún caminando hacia adelante cada vez desviaba por mayor tiempo hacia aquella zona. Se adelantó a su caballo que se incomodó un poco y en un momento encontró a quien buscaba: una joven caminaba con unos libros abrazados contra su pecho, el borde de su vestido se movía tras cada paso que daba. En un instante, de la nada, se giró y sus ojos se fijaron directamente en los de él, no se pudo explicar aquella casualidad pero no tuvo tiempo de seguir estudiando aquella mirada que un fuerte golpe lo derribó al suelo. Se había parado en seco y su caballo lo había llevado por delante, sus compañeros se detuvieron mirando incrédulos lo sucedido, uno se acercó a ayudarlo y le preguntó si se encontraba bien. Él con la mente en otro sitio se incorporó y asintió.-Sisi, solo tropecé-. Dijo y luego los miró a los cuatro.-Escuchen me retrasaré un momento..porque no me esperan en el pub?..yo los alcanzaré enseguida-. Les dijo, y tomando las riendas de su caballo se desvió del camino hacia la plaza solo para ir tras aquella joven.

Parecía decidido al dirigirse hacia la muchacha pero en realidad estaba dudando si lo que hacía era correcto, pero ya no podía echarse atrás ahora debía hacerse notar. Nunca había visto aquella mujer por ese sitio por lo que por su mente pasó la vaga duda de si era del reino, de lo contrario debía averiguar si estaba registrada tras las nuevas normas. Alejó ese pensamiento que era lo que menos le importaba y apresuró el paso, ahora solo deseaba conocer su nombre ya que lo había deslumbrado de una forma muy extraña. Había sentido como una conexión en aquella casual mirada y quería saber si era capaz de repetirse o incluso sentir algo mejor. La joven se había acercado a un puesto de especias ambulante, conocía un poco al comerciante aunque no lo suficiente como para saber si su mercadería era confiable.

La mujer parecía no haberse percatado que la seguía y extrañamente su caballo no hacía mucho ruido. Lo miró y le acarició debajo de la mandíbula, debía comprarle por lo menos una manzana. Aquel caballo había sido un regalo de su padre y era muy manso y obediente, era de los pocos caballos entrenados para comportarse como un verdadero compañero de su dueño, era completamente fiel y no se dejaba montar ni tocar por alguien que no fuera Liam. Tiró un poco de las riendas hasta que alcanzó a la joven que parecía buscar alguna especia en particular. Liam tras atar rápidamente el caballo a una columna de madera se acercó a la espalda de la joven, con las manos detrás de su espalda fingió también mirar la mercadería expuesta para comprar.-Uhmm al parecer tienen bastante variedad-. Comentó lo suficientemente claro como para que ella lo escuchara. Una vez había captado su atención le dirigió una agradable sonrisa y una mirada amigable. Aprovechó aquella sorpresa que le había dado para estudiar su rostro. Era realmente muy bella, irradiaba una belleza increíble, famosa entre las mujeres de Lizeorion. Aquel pensamiento volvió a invadirlo y decidió mantenerse atento.

Liam no se esperó aquella reacción y debió soltarse las manos que tenía entrelazadas en su espalda al ver que la había hecho sobresaltar tanto como para que unas vainas de vainilla que tenía en sus manos amenazaran con escurrirse de sus dedos. Dejó las manos a su lado concentrado por si se le caían, quería evitar aquello y sin esperar que lo mirara se disculpó sintiéndose culpable de haberla asustado así.-Lo siento-. Apenas balbuceó y cuando lo miró y le respondió a su comentario, al oír su voz, un escalofrío le recorrió el cuerpo completo haciendo que olvidara todo en lo que pensaba anteriormente. Su sonrisa se difuminó suavemente hasta dejar una expresión normal. La siguió mirando pero intentaba evitar hacerlo prologadamente para que no notara que la miraba tanto. De golpe toda la vergüenza se le acumuló, toda aquella vergüenza que no se había percatado que un momento antes se había anulado y era lo que lo había animado a acercarse a ella y hablarle.

Ya ni siquiera recordaba que era para lo que estaba allí, había olvidado absolutamente todo, que debía regresar con sus compañeros, que debía presentarse ante el rey Nosh, había olvidado todo. Ahora su mente trabajaba al doble de velocidad pensando en que decir. Simplemente desvió la vista hacia el pequeño mercado ya que no podría aguantarle mas la mirada, no lo soportaba. Odió ponerse así y bloquearse de ese modo siempre en esas circunstancias. Infló el pecho y tras su pregunta decidió relajarse y así pudo volver a la normalidad aunque aún algo tímido.-Ehmm no no..nada en particular-.Mintió, no podía decirle que realmente solo estaba allí para hablarle a ella.-Podría ayudarme a elegir alguna especia sabrosa?...cual me recomendaría-. Preguntó lo mas normal que le salía, su voz un poco temblaba por lo que calló inmediatamente. Sintió sus manos un tanto transpiradas y disimuladamente se las frotó contra las ropas.

Aquella situación en la que ambos se encontraban era extraña, dos personas entablando una conversación en base a especias. Seguramente mas adelante recordaría aquella tarde y aquel recuerdo le parecería extraño por el hecho de que ni siquiera estaba interesado en comprar nada y de todas formas allí estaba, dejando que ella le eligiera una para llevar y agregar a las que seguramente tendría en casa y nunca utilizaba. La joven pareció no saber cual elegir, seguramente muchas le parecían extraordinarias y no sabría con cual quedarse. La miró de reojo mientras sus manos se movían entre las latas abiertas hasta que metió la mano en uno de ellos y extrajo un polvo de un color llamativo, era como un rojizo que le daba una leve sospecha de qué podría tratarse. Cuando se lo acercó a la nariz y éste olió suavemente pudo comprobar que se trataba de lo que él creía, estaba casi seguro que era alguna especie de picante. No tuvo tiempo de decir nada que ella misma tomó una pizca y se la llevó a la lengua, abrió los ojos sorprendido por lo que veía y luego su expresión se transformó en un tanto mas preocupante. La mujer al parecer no se esperaba encontrar con aquel sabor e inmediatamente expresó el mal gusto que tenía.

Inmediatamente una risa invadió el lugar, Liam no supo de donde provenía hasta que la joven de extraña identidad aún, dirigió la mirada al mercader. Él hizo lo mismo y lo vio reír divertido por aquella situación, al parecer la especia que habían elegido era una pimienta muy fuerte como él creyó sospechar. La joven había adoptado un color mas fuerte en su rostro seguramente provocado por la pimienta. Al ver que el mercader sólo le había ofrecido un pañuelo, Liam apresurado se acercó al pequeño pozo que se encontraba a unos pocos metros de donde ellos estaban y extrajo un poco de agua fresca y potable con un pequeño cuenco, se acercó a la joven y se lo ofreció.-Aquí tiene, beba-. Le dijo amistosamente mientras le sostenía el cuenco frente a su rostro. Luego de asegurarse que bebiera lo suficiente le sonrió y miró al mercader que aún conservaba una sonrisa en su rostro.-Creo que me llevaré un poco de esa pimienta-. Le dijo y volvió la atención nuevamente a la hermosa mujer.-Se encuentra bien?-.Le preguntó buscando su mirada, luego cerró los ojos y se inclinó.-Ohh..perdone, donde están mis modales..soy Liam O'Rourke-. Se presentó con una amplia sonrisa.

Observó como lentamente la joven se bebía toda el agua y sonreí satisfecho, conocía lo incomodo que era tener una lengua ardiendo a causa del picante aunque a él le fascinaba todo eso y por eso había decidido comprar un poco de esa especia tan peculiar. Una vez vaciado el cuenco le dejó a un lado, le devolvió la mirada y sintió cierta conexión nuevamente, se sentía como si sus miradas echaran chispas que no dolían, todo lo contrario, generaba en Liam una sensación de bienestar que se iniciaba en su pecho y relajaba todos sus músculos. Cuando ella retiró la mirada pudo notar cierta incomodidad, él también miró para otro lado aclarándose un poco la garganta, sentía como un nudo que le impedía decir algo. Temió lo peor,temió quedarse sin poder emitir una sola palabra y terminar perdiendo aquella oportunidad. Cerró los ojos y como pudo se mantuvo frente a ella, volvió a abrirlos buscando nuevamente su atención.-Gracias...gracias por la recomendación-. Dijo en un tono que se oyera seguro.

Tras presentarse adecuadamente sin dejar de dirigirse a ella se reincorporó de la leve reverencia y cuando ella reveló su nombre acompañado de una similar reverencia se sintió alegre, ya conocía su nombre, y era un hermoso nombre.-Un placer señorita Bethore-. "Aryana..." pensó para sí, "Un placer señorita Aryana". Las incognitas de su identidad y de donde podría venir desaparecieron, ya no importaba nada. Luego de las presentaciones no supo que mas decir, no sabía si intentar cotillearla o seguir indiferente, pero algo debía hacer. Intentó como pudo controlarse y mantenerse cuerdo.-Y bien..usted que comprará?-. Preguntó realmente interesado y a la vez pensando en cual sería el próximo paso que daría, debía mantener la conversación, no podía quedarse solo con su nombre

Le inquieto el hecho que reaccionara sorprendida al saludarla debidamente, por un momento le había parecido que no sabía a quien le hablaba por que se giro buscando a alguien detrás suyo, de todas formas decidió ignorar aquel curioso acto y se concentró en sus ojos: pero que bellos ojos poseían, lo tenían cautivo aunque sabía muy bien como disimularlo fingiendo interés en la tienda y lo que el tendedero realizaba. Siguió caminando lentamente frente al puesto observando toda la mercadería y cuando le preguntó que llevaría ella se sorprendió nuevamente el ver que no sabía que llevar, la había desorientado él lo sabía, era su culpa por molestar, después de todo él era el que la había interrumpido en su compra apareciendo de la nada. Observó detenidamente el ingrediente que había tomado y desconocía que fuera, pero si ella lo elegía debía ser muy bueno. Siguió con la mirada las vainas que había tomado y le había entregado al mercader el cual se había comenzado a encargar de guardarlas en una pequeña bolsa.

Liam pasó por detrás de Aryana y aprovechando que no lo veía acercó su rostro a su cabellera y absorbió su perfume cerrando por completo los ojos, también pudo sentir la ligera seda de su vestido rozar su brazo y una agradable sensación lo invadió: ella era tan correcta, podía notar que estaba bien alimentada y que poseía unas caras telas, sin duda no se trataba de una simple aldeana y eso lo inquietó, eran dudas que invadían su cabeza pero aún no podía establecer algo claro, seguía siendo para él, una desconocida y muy hermosa mujer. Sus palabras lo sacaron de aquellos pensamientos nuevamente cuando se giraba hacía el una vez hecho el pedido, la miró a los ojos un momento y luego así sin más le sonrió. Pasó por su lado y depositó unas cuantas monedas para pagar el picante rojizo y las vainas de ella, le entregó la bolsa y reformó su sonrisa.-Aquí tiene..un humilde obsequio, y no se atreva a rechazarlo por favor-. Luego se acercó a su caballo y le acarició su crin para volver a dirigirse a la joven.-Si me permite escoltarla hasta su hogar le contaré en el camino-. Le dijo haciendo referencia a su pregunta. Se quedó allí esperando una señal de la joven.

La respuesta de ella lo sorprendió, al parecer la propuesta la había incomodado y ahora la había tenido que forzar a buscar una excusa para decirle que no. La observó entre confuso y desilusionado y luego asintió suavemente. Ella se tapó el rostro con la capa y supo que había arruinado la conversación, ahora solo deseaba marcharse de su presencia cuanto antes, como no había deducido que el ofrecerse a acompañarla a su casa había sido un acto incorrecto. Ahora solo había logrado ahuyentar a la joven, lo que menos quería en ese momento. Ya no había vuelta atrás, ella había decidido marcharse y él solo podía verla alejarse. Le dijo que debía irse y caminó sin darse vuelta.-Esta bie...-. No alcanzó a terminar que se marchó del lugar. Sintió un vuelco en su corazón y solo podía sentirse arrepentido, bajó la mirada y cerró los ojos apretando fuerte los puños. Extrañamente en su cabeza circulaba la idea de ir tras ella, y a cada segundo que pasaba se iba incrementando aquella idea, finalmente levantó el rostro y caminó hasta su caballo, lo desató con rapidez y tiró de las riendas para ir en la dirección en la que Aryana ya era un punto negro, apresuró la marcha con la esperanza de alcanzarla mientras se debatía que excusa inventaría.

Llevaba media distancia y podía observar como caminaba por los límites de la Plaza Central, por un momento quiso gritar su nombre para que se detuviera y lo esperara pero consideraba que eso solo haría que apresurara la marcha lejos de él. Cuando sólo los separaban unos pocos metros se arriesgó.-Ary...Aryana-.Pronunció suavemente, luego vaciló un momento y agregó.-Permítame acompañarla a donde sea que vaya-. No sabía de donde habían salido esas palabras pero ya estaban dichas...realmente no quería alejarse de ella, algo muy dentro suyo quería permanecer en su presencia. Dio un gran paso hacia adelante y la tomó del brazo con delicadeza.-Por favor-. Le imploró y se quedó allí de pie inerte con la esperanza de que lo dejara acompañarla.

La observó constantemente estudiando su mirada buscando una excusa para arrepentirse de la propuesta pero le resultaba imposible encontrar una realmente. En ese momento quería internarse en el bosque con ella, o donde fuera incluso si decidía viajar lejos él estaba dispuesto a seguirla aunque necesitara hacerlo a escondidas. La joven parecía estudiar su respuesta y él no hizo mas que permanecer en silencio sujeto muy fuertemente de las esperanzas. Realmente no sabía que pasaría si aceptara, no estaba seguro como reaccionaría correctamente o si se quedaría completamente en blanco, lo mas seguro que sea así.

Finalmente le indicó que se dirigía hacia los bosques y que debía ir antes por su caballo. Un escalofrío le recorrió la espalda al entender aquel comentario como una aprobación, rápidamente afirmó con la cabeza un tanto emocionado.-Estupendo!-. Se quedó un momento en el lugar viéndola alejarse. Sacudió la cabeza de un lado a otro y se dio la vuelta para ir a buscar a su caballo que se había alejado unos pasos y comía un poco de pasto.-Vamos amigo-.Le susurró acariciando su lomo y llevándolo a su lado acelerando un poco el paso para alcanzarla.-Por cierto..gracias por dejarme acompañarte-. Le dijo una vez a su lado y sin quitarle la mirada mientras caminaban. El caballo le dio un pequeño empujón en el hombro y lo miró sorprendido, luego volvió a dirigirse hacia ella.-Y dime, lo has dejado muy lejos?-. Ya comenzaba a hablar estupideces, lo primero que se le venía a la mente y seguramente la mayoría serían cosas sin sentido, sin importancia. Sabía que al final cuando recordara todo se arrepentiría de lo tonto que había actuado. Pero en definitiva él era así en esos casos, los nervios lo hacían hablar incoherencias. Decidió callar por un rato, tal vez así conseguiría un tiempo mas antes que la mujer corriera incómoda.